Kasir Ould Bachir Ainur, el guía extraviado, es hombre alentado de espíritus eternos. Estigmas grabados con experiencias transpiran serenos por su piel. Experto en travesías del desierto. Perito en nubes y silencios, frota polvo con estrellas, cegando miradas atónitas de niebla seca, que arruga los gestos y deja la lengua bruñida de fulgores. Diestro en detener la noche y el día para encontrar rutas exactas sin perderse aunque extraviado en una inhóspita pero deslumbrante supervivencia. Llega un grupo de turistas, a veces desconocidos entre sí, y se dejan sumergir en el océano de arena, dispuestos al juego de descubrir, caminando por el corazón del desierto, su propia razón de ser; nomadeando la ruta trazada por el sentido de su vida. Por su destino. Ni siquiera saben que su equipaje no es lo que traen ni lo que se llevan sino el descubrimiento de la magia de aprender a silenciarse en el cuerpo del universo. En el trayecto, hendirán surcos para encontrar la estela de sus certezas. La savia. Porque ningún instante desaparece hasta constatar que nos ha enseñado lo que necesitamos saber. Luego, se evapora sin dejar rastro más allá de nuestra misma averiguación. A través de la arena, se filtra la existencia.